Desde 2001 el Banco de México ha conducido su política monetaria sobre la base de un régimen de objetivos de inflación. Para ello, estableció en 3.0% la meta explícita de inflación anual, calculada a través del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC). No obstante, admite un intervalo de variabilidad de más/menos un punto porcentual alrededor de dicho objetivo, debido la amplia gama de factores que no puede controlar y que en el corto plazo pueden incidir sobre el comportamiento de los precios. En este sentido, se debe entender que el Banco Central está comprometido a utilizar sus instrumentos de política (en especial, la tasa de interés interbancaria de un día) para asegurar que la inflación proyectada en un horizonte de 4 a 6 trimestres se ubique en 3.0%, independientemente del nivel actual de la inflación. Queda claro que este compromiso debe orientar las expectativas de los agentes económicos, de modo que todos puedan trabajar bajo la idea de que la inflación va a ser 3.0% permanentemente.