OPINIÓN

Rejón sin amparo

COLABORADOR INVITADO / Germán Martínez Cázares EN REFORMA

4 MIN 00 SEG

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En su juventud apoyó sin dudar la independencia de México. No asistió a la sesión del Congreso que hizo emperador a Agustín de Iturbide, en la que hasta Valentín Gómez Farías votó a favor. Luchó por desaparecer la pena de muerte. Buscó abolir las mitas, el trabajo esclavo de Yucatán. Se peleó con Lucas Alamán y combatió al partido centralista, abrazando con determinación al federalismo de la mano de Miguel Ramos Arizpe, con quien redactó la primera Constitución mexicana en 1824, donde dejó una huella imperecedera de libertad. Verdadero liberal, no de ocasión electoral, ni sólo de palabra. Luchó sin tregua ni cuartel contra el conservadurismo, lo aborrecían no pocos eclesiásticos, monárquicos y militares; sus convicciones le costaron exilio, cárcel, persecución y pobreza. Me refiero a Manuel Crescencio García Rejón y Alcalá, nacido en 1799 en un pequeño poblado de la capitanía de Yucatán, Bolonchenticul (hoy Campeche), justo diez años después de que se publicara en París, Francia, la famosa Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano.