Cada año, en México hay 400 mil reportes acerca de intentos para obtener, transmitir, intercambiar, vender pornografía infantil o enganchar para prácticas de carácter sexual a niñas, niños y adolescentes (NNA). Una nueva generación global debe crecer en un entorno donde los riesgos han tomado el espacio digital y se instalan en sus lugares de recreación favoritos. Se entrelazan contradictoriamente con las oportunidades de desarrollo que esa vida virtual abre.