No ha sido cosa de una vez ver a las mexicanas y mexicanos imponerse a un mal gobierno como se hizo en el sismo de 1985 y en los de 2017. Las escenas de gente volcada en las calles repartiendo comida, levantando escombros y buscando personas con vida, pese a la indolencia de sus gobernantes, están marcadas en nuestra memoria colectiva. En contraste total a esas postales, en este 2020 tan complejo, el acto colectivo de solidaridad y empatía fue hacer todo lo contrario: nos quedamos en casa para no ampliar nuestra lista de pérdidas. Porque en este año perdió todo el mundo.