La historia no crece como el pasto. Hay momentos en que el tiempo se acelera, horas que precipitan cambios colosales, instantes que revientan lo que, por décadas o siglos, permanecía firme. Entender la historia es aproximarse a sus dos ritmos. Al lento flujo de los días, a las persistencias, a la discreta sedimentación de los cambios y también a los acelerones y a las rupturas súbitas. Ese fue uno de los lentes del historiador húngaro John Lukacs: la historia "microcósmica". Se refería al análisis de las coyunturas decisivas. En su trabajo como historiador fue poco a poco comprimiendo el tiempo. Si en su primer libro sobre la Segunda Guerra analizó los dos años más intensos del conflicto y en el segundo examinó el duelo entre Hitler y Churchill narrando ochenta días de 1940, su tercer libro sobre la guerra exprime lo sucedido en menos de una semana. Cinco días en Londres es el título del libro. Sus amigos bromeaban que el siguiente trabajo abordaría los quince minutos más dramáticos de la guerra.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.