No existe un modelo perfecto para la relación entre México y Estados Unidos porque no hay otra relación igual. Hay muchas naciones que comparten largas fronteras, pero ninguna en la que se junten diferencias tan grandes de desarrollo e ingresos. Hay muchas naciones que intercambian elevados volúmenes de bienes y cruces de personas, pero ninguna tan activa como la que compartimos las dos naciones norteamericanas. Ciertamente, hay numerosos pares de países europeos, Canadá-EUA y algunos en Asia que experimentan similares procesos de integración industrial, pero ninguno se asemeja en términos de la combinación y dimensiones de cruces fronterizos, intercambios comerciales y poblaciones de cada uno viviendo en el otro lado de la frontera mutua.
Presidente de CIDAC, institución independiente de investigación. Fue presidente de la asociación de estudiosos de riesgo político y miembro de la CDHDF. Recibió el Premio Dag Hammarksjold (93) y el Nacional de Periodismo (98). Entre sus libros están El Dilema de México: los orígenes políticos de la crisis económica y Clasemediero: pobre ya no, desarrollado aún no. Es doctor en ciencia política y tiene especialización en administración financiera.