OPINIÓN

El niño y el Nobel

Juan E. Pardinas EN REFORMA

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Estudié la secundaria en un colegio privado, privado de vocación pedagógica, privado de valores y privado de las virtudes que definen una buena educación. Me reservo el nombre de esta institución escolar porque mi experiencia ocurrió hace casi 30 años y probablemente las cosas habrán mejorado con el paso de los siglos. No quiero desanimar a los niños que hoy estudian ahí, ni ofender a sus maestros. El hecho es que en los tres años que mediaron entre el fin de la primaria y el principio de la prepa fui un mal estudiante en una pésima escuela. De una tira de 13 materias, sólo tres profesores destacaban por el llamado vocacional a transmitir conocimientos. El profesor Román de Historia Universal, Bernabé de Matemáticas y Rocío la maestra de Literatura eran esas honrosas excepciones. Gracias a Rocío, tuve una inolvidable conversación con Gabriel García Márquez.